La exposición consiste en tres cabezas suspendidas en el Palacio de Cristal que parecen estar flotando. Cada una de ellas tiene un nombre: Laura, Anna y Rui Rui, cada una de ellas anónima y abierta a la interpretación del espectador. Las esculturas están hechas de alambre metálico y se iluminan cuando la luz incide sobre ellas.
Lo que pretende Jaume es romper con el tradicional significado de las cabezas, que es la ausencia de presencia, la falta de cuerpo pero no de identidad, la búsqueda innata de la eternidad de esta.
Jaume presenta sus estatuas como metamorfosis del ser, son como una búsqueda de la identidad humana, como algo que irrumpe en el presente, como la relación entre similitud y diferencia, entre ser y parecer debido a su configuración y concediéndoles una increíble complejidad.
Ellas invitan al silencio, a la reflexión, con las curvas cóncavas y convexas, con las luces y sombras que se crean debido a los alambres, con la diferencia entre abstracción y figuración, son pura magia.
¨Apariciones y desapariciones. Una memoria enigmática del tiempo que vivimos¨
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